Primero hay que escoger un trozo de hueso lo suficientemente grueso, 15 mm aprox. Es importante hacer un buen dibujo de partida. En este tamaño es muy fácil perder la simetría y las proporciones! |
martes, 13 de mayo de 2014
Tallar en hueso una cara
miércoles, 7 de mayo de 2014
Preparar hueso para tallar en invierno
Aunque solo lo hice una vez, estaba seguro que controlaba la forma de preparar hueso para tallar. Me habían quedado perfectos. Tres meses sumergidos en agua y la materia orgánica se despegaba como la plastilina en una mesa de cristal. Tenía todo preparado, en esta ocasión, los huesos llevaban a remojo cuatro largos meses.
Y allá voy ¡Ataque relámpago! Madrugar, dos horas en coche para llegar desde A Coruña a Louzara, una limpieza rápida, unos cortes con la radial y a empaquetar las piezas de hueso. Antes de que se ponga el sol estaré de vuelta en casa de mi suegra celebrando la Navidad.
El duro invierno de Louzara. Detrás de esos arboles está el garaje, y detrás del garaje, maceraban los huesos en agua. |
Entonces ¿Que hago después de siete horas, mientras cae la noche, intentando sacar con el agua a presión de la Karcher unos restos de cartílago que se agarran al hueso como moluscos a una roca? ¿Que hago congelándome en esta montaña de O Caurel? Estoy sin comer, me he empapado y por mas que le doy, no consigo limpiarlos...
¡El frío conserva la materia orgánica! Así de claro. ¿Como es posible que no lo viera venir? Y eso no es lo peor, mi error me ha hecho descubrir que si un hueso sufre varios ciclos de congelación dentro del agua, se pueden formar unas finas grietas que lo debilitan. Estas fisuras, aunque no se ven al principio, aparecen durante la talla (incluso al final, en el lijado), y en el peor de los casos, pueden llegar a romper la pieza.
Pero entonces, ¿Como puedo preparar hueso en invierno? Mientras, casi sin luz y con las manos heladas, intento limpiar los huesos todo lo posible, la cabeza no para... El hueso de vaca no es marfil, pero hay dos cosas que le permiten acercarse a sus cualidades. La primera, utilizar solo la parte "compacta" del hueso. La segunda, no destruir las fibras de colágeno durante el proceso de preparación y limpieza. Eso significa que no puedo hervir, no puedo usar sosa, ni lejía, ni agua oxigenada, ni ningún otro producto químico...
Trozos de fémur de terneras que pacen en los prados de Samos, en el Camino de Santiago. ¿Solo eso? |
Para tallar solo es útil la parte compacta. |
Vale, solo corto el trozo compacto central y quito con un buen cuchillo toda la casquería ¿Y después?
En realidad, lo que sucedió el verano pasado con aquellos huesos que quedaron en el balcón, dentro de una olla rota llena de agua, no fue otra cosa que una larga cocción a temperatura ambiente (40º aprox.) que hizo que toda la materia orgánica se desprendiera limpiamente. Y eso es lo que tendría que hacer ahora, cocer los huesos a fuego lento (sin dejar que el agua se acerque al punto de ebullición para no dañar el colágeno) durante varios días. Cada cierto tiempo habría que retirar la grasa acumulada en la superficie y añadir más agua para sustituir la que se pierde por evaporación. Y repetir el proceso hasta que ya no hubiera grasa y el agua permaneciera limpia, después, quitaría los huesos y los dejaría secar...
Pero no hay tiempo, tengo que llevarme los huesos tal como están.
Siete bolsas de plástico (todas las que encontré en la casa), he cerrado bien cada una antes de meterla en la siguiente, y aunque tomé todo tipo de precauciones, el coche apesta y este hedor, lo sé, no se va a ir en todas las vacaciones. Durante el lento camino de vuelta, de noche, por la estrecha carretera de montaña, tengo muy claro que me van a colgar de los pulgares en cuanto llegue a casa de mi suegra, por llevar huesos sin limpiar, llegar tarde a la cena de navidad, empapado y apestando a muerto.
La carretera de Louzara cuando aun había luz... |
La misma talla en dos huesos diferentes. La de la derecha, la nº11, está realizada en uno de aquellos huesos del invierno. ¿Porque tiene tanta veta? No lo se, pero me gusta... |
sábado, 21 de diciembre de 2013
Tallar en hueso un amuleto Celta. La práctica de la concentración
Como ahora paso horas tallando, coloco la espalda recta y así después no me duele. Para controlar el pulso, adopto un ritmo de respiración pausado, desde el diafragma, más lento que el habitual. Si quiero conseguir que la fresa, a 10.000 rpm, perfore la pieza por el camino correcto, no puedo pensar, debo dejar pasar mis pensamientos sin atraparlos, solo sentir la resistencia del material mientras lo vacío para que surja la forma. De esta manera, tallar hueso se ha transformado en mi particular forma de meditación y algunos días el tiempo desaparece, me olvido de todo, la concentración se establece sin esfuerzo, inconsciente, natural, puesto que todo mi ego se ha extinguido en la unión del espíritu con el hueso. Creo que durante ese tiempo desaparecido soy, en verdad, el escultor de huesos.
Este es el primero de los vídeos que iré colgando para que los más curiosos puedan ver como tallo las piezas. Tiene el aliciente además, de que podéis oír a mi hermano Marcos cantar el tango "Cuesta abajo" de Carlos Gardel. Si, el mismo Marcos del que hablé en la primera entrada de este blog, el que me dejó planchado en el examen de laúd cuando éramos pequeños. El que me hizo descubrir la importancia de la genética!
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lunes, 18 de noviembre de 2013
Tallar en hueso una cara de mujer. Un momento de paz
Esta pieza es un encargo de Ángela, que se enamoró del colgante de Ana (el Nº 01) en la presentación del libro de poemas "Eróticos Desvaríos" de Meri Pas Blanquer. |
Precisamente por el respeto que me producen esos rostros de mujer, que están expuestos en la vitrina del comedor de mi madre, no me atrevía a comenzar mi andadura de escultor, tallando una cabeza femenina. Preferí sumergirme en el mundo celta de mis "tecedallos". Pero sabía que para hacer de los huesos una tradición y confirmar mi teoría sobre la herencia genética de mi antepasado, antes o después tendría que enfrentarme al reto de tallar una de esas caras que conozco desde la infancia. Eso si, a mi manera.
Me gusta recorrer esta nueva ruta en solitario y para encontrar un estilo propio revuelvo en el caos de mi memoria, en aquellas cosas que me impactaron en su momento y se quedaron grabadas en mis recuerdos. Elementos de un rompecabezas que ahora cobran sentido y empiezan a encajar.
Este es el punto de partida, una de las cabezas de mujer de la pintora gallega Maruja Mayo. El Óleo Actriz de 1942. |
Desde el principio me fascinó la simple geometría de sus rostros. Óleo Arquitectura Humana de 1937. |
Estas son las lineas que tracé a partir del cuadro Actriz de Maruja Mallo. Aunque al final, mientras tallaba, decidí cerrarle los ojos. |
No me conformo, no renuncio, no me resigno, no haré entrega voluntaria de mi mismo, rindiéndome a la voluntad de este desastre de época que me ha tocado vivir. No se lo pondré fácil al destino.
Conformarse es aceptar que "esto es lo que hay". La resignación es dejarse arrastrar por la profunda corriente del destino y el destino, hoy en día, es esta globalización que destruye el planeta. Renunciar a soñar, es la entrega voluntaria de uno mismo como ofrenda al sistema, al mercado, a vete tu a saber que o quién.
Puede sonar pretencioso... Y lo es (voy a tener que repasarlo bastante). Pero si pretendo romper la cáscara impenetrable que hay entre un objeto bonito y otro que puede formar parte de una vida, si quiero rasgar la dura membrana que existe entre lo estético y el deseo. Si intento sustituir con algo nuevo, hecho ahora, uno de aquellos objetos que admiro, o que se guardan en los museos, o que las familias atesoran para que perduren en el tiempo (como nuestro colgante del abuelo) intuyo que necesito un compromiso mayor que el meramente estético, un nuevo convenio me permita avanzar en esta senda desconocida. Recuerdo los versos de Robert Frost, pero ya ni me acuerdo cuando los leí... Dos caminos se bifurcaban en un bosque y yo, yo tomé el menos transitado, y eso hizo toda la diferencia.
La primera cara que tallé, fue una sorpresa y creo que la confirmación de que llevo al abuelo Pepe conmigo. Le he cogido cariño y la conservo para mi. |
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miércoles, 30 de octubre de 2013
Tallar hueso, pulir hueso...
Tecedallo de Saudade II. Otro ideograma Celta, en recuerdo de mis queridos poetas de O Courel. |
El reverso, está firmado, fechado, numerado, y con la Cruz de Compostela, como corresponde a los huesos del Camino de Santiago. |
Noto como corre el contador, inexorable, e igual que a un Nexus VI de Blade Runer, se me agota el tiempo. Ya no es una opción entrar en un taller y "aprender el oficio", o ir a un curso, ni nada parecido. No pienso practicar, quiero hacer, sin más.
La primera vez que fui a montar a caballo, iba con un grupo de amigos bastante numeroso. El encargado del picadero decidió separarnos en dos grupos, los que supieran montar y los que no. Yo me puse con los que tenían experiencia, sin dudarlo. Y aunque estuve a punto de caerme un par de veces, galopé. Nuestro grupo salió a cabalgar por los caminos, mientras el otro, el más numeroso, se quedó dando vueltas, al paso, dentro de una nave cubierta de polvo. Al terminar alguien me preguntó:
-¿Pero tu no decías que nunca habías montado?-
-Es cierto, recuerdo que contesté , pero he visto suficientes películas de vaqueros.-
Tecedallo de Saudade III. Se trata de otro ideograma Celta, pero contiene una cierta atmósfera oriental. |
Es que no sabía cuando volvería a sentarme sobre un caballo, y deseaba galopar de verdad, no aceptaba quedarme dentro de aquel picadero polvoriento. No era una opción, lo mismo que ahora, no estoy dispuesto a permanecer encerrado dentro de esta puñetera crisis, dando vueltas, al paso, siguiendo las instrucciones de nadie. Vale, la razón dice que para empezar, es más seguro ir paso a paso, pero lo que me pide el cuerpo, es agarrar cortas las riendas, apretar las rodillas y golpear fuerte con los talones. Y con la que esta cayendo, me fío más del corazón que de la cabeza, pienso elegir el camino que señala mi intuición y si alguien me pregunta: ¿Pero tu habías hecho esto antes? Ya sé que le voy a contestar... No, pero he visto suficientes tallas de mi abuelo.
Todo esto es una manera, un tanto complicada, de decir que esculpo el hueso sin tener ni idea, como me sale, y que aconsejo tomar mi forma de trabajar, que me dispongo a mostrar, como algo personal y puede que intransferible. Como algo que no es fruto de la experiencia y que irá cambiando, seguro, a medida que descubra la mejor forma de hacerlo. Solo espero que os gusten mis piezas, y que por eso, sigáis conmigo esta aventura, aunque sea, al menos, para comprobar hasta donde soy capaz de llegar.
Lo primero que me llamó la atención, cuando empecé este proceso fue lo aburrido que es. Como un monje que ilustra un manuscrito interminable. Siempre parece que no avanzas, que nunca vas a terminar. Y después, la precisión. Y no me refiero a que no puedas salirte ni medio milímetro, lo complicado es mantener esa exactitud, durante más de una hora, sin cargarte la pieza. Al principio se agarrotan los dedos del esfuerzo. Hay que acordarse de parar, cada cierto tiempo, para hacer ejercicios con la mano y evitar los calambres.
He descubierto que el mejor enfoque para ser "escultor de huesos" es el de una película de Kung Fu. Tallar hueso, pulir hueso, tallar hueso, pulir hueso... Para mí, se está transformando en un ejercicio de meditación. La postura, la espalda recta ligeramente arqueada hacia dentro, el mentón apuntando hacia abajo, el cuerpo inmóvil. Y la respiración, con el diafragma, lenta, acompasada, para controlar el pulso. Y la mirada, de francotirador, siguiendo con precisión la fresa acariciando el hueso, anticipando la acción, visualizando la trayectoria... Hasta que tengo que salir del trance, porque Ana me recuerda, que hay que recoger a Merlín en la guardería.
Todo esto es una manera, un tanto complicada, de decir que esculpo el hueso sin tener ni idea, como me sale, y que aconsejo tomar mi forma de trabajar, que me dispongo a mostrar, como algo personal y puede que intransferible. Como algo que no es fruto de la experiencia y que irá cambiando, seguro, a medida que descubra la mejor forma de hacerlo. Solo espero que os gusten mis piezas, y que por eso, sigáis conmigo esta aventura, aunque sea, al menos, para comprobar hasta donde soy capaz de llegar.
Lo primero que me llamó la atención, cuando empecé este proceso fue lo aburrido que es. Como un monje que ilustra un manuscrito interminable. Siempre parece que no avanzas, que nunca vas a terminar. Y después, la precisión. Y no me refiero a que no puedas salirte ni medio milímetro, lo complicado es mantener esa exactitud, durante más de una hora, sin cargarte la pieza. Al principio se agarrotan los dedos del esfuerzo. Hay que acordarse de parar, cada cierto tiempo, para hacer ejercicios con la mano y evitar los calambres.
He descubierto que el mejor enfoque para ser "escultor de huesos" es el de una película de Kung Fu. Tallar hueso, pulir hueso, tallar hueso, pulir hueso... Para mí, se está transformando en un ejercicio de meditación. La postura, la espalda recta ligeramente arqueada hacia dentro, el mentón apuntando hacia abajo, el cuerpo inmóvil. Y la respiración, con el diafragma, lenta, acompasada, para controlar el pulso. Y la mirada, de francotirador, siguiendo con precisión la fresa acariciando el hueso, anticipando la acción, visualizando la trayectoria... Hasta que tengo que salir del trance, porque Ana me recuerda, que hay que recoger a Merlín en la guardería.
El principio es un buen dibujo de base. Uso un dibujo sobre papel, que paso al hueso con "papel de calco" y después retoco. |
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jueves, 17 de octubre de 2013
Tecedallos de Saudade
Dibujos de los primeros diseños: Tecedallo de Saudade I y Tecedallos de Saudade II. Lapiz sobre papel. |
Uxío Novoneira |
Filmábamos durante el día los maravillosos lugares de O Courel, los centenarios soutos de castiñeiros y por la noche, al lado de la chimenea de Louzara, grabábamos unas lecturas poéticas privadas, donde tuvimos la suerte de "registrar", sin duda, los recitales mas íntimos de Uxío Novoneira. Después (como hace cualquier documentalista que se precie) visionábamos el material grabado durante la larga jornada, mientras nos tomabamos una copita de un aguardiente envejecida mediante un pausado sistema de trasiego (12 años) entre 4 pequeñas barricas de roble, que nuestro padre tenía en la bodega. Esas noches, José Antonio Durán y Uxío Novoneira contaron historias al calor del fuego...
Fue en una de aquellas madrugadas de charla, visionando el material, la única vez que oí la palabra "tecedallo". La pronunció Uxío Novoneira viendo las imágenes que grabamos para el documental. El plano, en concreto, está tomado desde la cima de O Monte Lago y se puede apreciar como se entrelazan los montes, y el otoño, en el valle del río Louzara al atardecer. Simplemente dijo: "esto es un TECEDALLO de cumes". Y ahí quedó la palabra, registrada en mi memoria durante estos 22 años. Hace falta un poeta para ponerle nombre a las cosas.
Fotograma del documental. El "tecedallo de cumes". El valle del Louzara, grabado desde la cima de O Monte Lago, mirando hacia Santalla. |
Conocí a Fiz Vergara Vilariño (el otro gran poeta de O Courel), si no calculo mal, en el verano de 1977, en su preciosa casa de Santalla, a orillas del río mágico, el Louzara. Fue una de esas visitas familiares de cortesía, que comenzaba como algo intrascendente, con los saludos y parabienes habituales. Pero no podía imaginar, cuando entré en aquella casa, la experiencia que estaba a punto de vivir.
Fiz Vergara Vilariño |
Fotograma del documental. Un souto de castiñeiros de O Caurel. Aquí está permitido creer en la magia. |
Toda esta locura, o aventura creativa, del escultor de huesos, no tendría ningún sentido, si no persiguiera un antiguo objetivo, una meta personal rescatada del pasado, un sueño casi olvidado que esta maldita (o bendita) crisis ha hecho resurgir. Algo que iré desvelando poco a poco, pero que no puedo hacer con miedo, o a medias... Y en mi primera obra como escultor, como artesano, me atrevo a unir mis recuerdos de dos poetas muertos: Uxío Novoneira y Fiz Vergara Vilariño. Dos poetas que hunden profundamente sus raíces en las montañas mágicas de O Courel y Louzara. Tengo la absurda pretensión de crear un objeto, que sirva para desenredar la saudade de las finas grietas del subconsciente, de tallar un amuleto, un TECEDALLO de SAUDADE ( mientras escribo llevo uno colgado del cuello) que me sirva para guardar la "negra sombra", que tantas veces atenaza el alma, y me ayude a quitar peso de la maleta, con la que cargo, en este nuevo viaje. Si es efectivo ya se verá, pero si no tienes uno... no podrás comprobarlo.
Tecedallo de Saudade (lo que viene siendo un "atrapa morriñas") Un ideograma Celta, tallado en hueso del Camino de Santiago, en recuerdo de Uxío Novoneira y Fiz Vergara Vilariño. |
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lunes, 7 de octubre de 2013
El taller errante
Trabajando, con el taller errante instalado en Louzara, este verano. Foto de Ana. |
Mi metamorfosis en el escultor de huesos esta siendo más lenta y difícil de lo que esperaba, y eso hace resentirse a mi maltrecha economía. No puedo olvidar que el objetivo es llegar, un día no muy lejano, a ganarme un jornal con mi trabajo. Y aunque dicen: que para ganar dinero hay que gastar dinero (este refrán siempre me pareció el eslogan de un banco para terminar sangrándonos con sus intereses), yo creo que la realidad es otra: cuanto menos gaste al principio, antes empezaré a ganar después.
Por tanto, necesito un taller que pueda transportar con facilidad, y que sea barato. Que me permita trabajar en cualquier lugar donde disponga de una mesa pequeña y un enchufe. De hecho, estas premisas de partida se complementan. Para que las herramientas ocupen el mínimo espacio, lo primero que hay que hacer es comprar solo las imprescindibles, y eso significa ahorro. Para empezar, las cosas que puedo hacer a mano no las pienso hacer con ninguna maquina. Pongo toda la energía que mi trabajo pueda generar, pero no pienso darle ni un kilovatio de más a ninguna compañía eléctrica. Mi sueño es llegar a ser energéticamente autosuficiente (pero esa será otra historia).
Piezas que preparé este verano en la montaña lucense. |
Uso una multiherramienta Dremel 300 con lápiz de eje flexible, un poco por casualidad. Fue una oferta que encontré: la Dremel, el lápiz de eje flexible y la abrazadera (o morsa) para mesa, por 70 euros. Es un modelo descatalogado (por eso estaba tan bien de precio) pero tiene suficiente precisión para empezar y sigo pensando que no me equivoqué al comprarla. Encaja perfectamente con la idea de inicio: ligera, pequeña y barata. También incorporé al equipo básico una lampara de leds con lupa. Imprescindible para los detalles más pequeños. Aquí también tuve suerte, estaba negociando en segunda mano, cuando un amigo me mandó el enlace de una buena oferta en un hipermercado. Y para terminar, la mascarilla antipartículas (como no hay estudios sobre como afecta el polvo de hueso a los pulmones, siempre uso mascarilla) y los cascos de protección contra el ruido, artículos necesarios y bastante económicos. Y este es todo el equipo necesario. Ya está, Ana introduce los pagos en la base de datos de gastos y comprueba que no me he pasado ni un pelo en la inversión. Y yo, por supuesto, sacando pecho. CRASO ERROR.
Le llamo el taller errante, por un lado, porque anda de una parte a otra sin tener asiento fijo, y por otro, debido a la cantidad de errores que cometí al comprar las "fresas". Las fresas son como brocas de taladro, que se sujetan al extremo del lápiz de eje flexible, y giran a toda velocidad para desbastar el material. Estas pequeñas cabronas, habían decidido hundirme el presupuesto y amargarme la existencia. El proceso de descubrir cuales son las adecuadas para trabajar el hueso, ha sido tan costoso, largo y difícil, que es la causa de que halla decidido escribir este blog. Creo que mi experiencia puede ser útil para cualquiera que desee empezar este camino y quiera ahorrarse los fallos que cometí yo.
Como ni en los centros comerciales, ni en las ferreterías, tienen este tipo de material (casi nada), compré las fresas por internet en Europa, Asia y América. No las encargué en Australia, porque por algún motivo que desconozco, los gastos de envío desde ese continente son de 60 euros. El caso, es que las probé de todos los tamaños y formas, de todos los tipos y durezas. Rompí muchas, quemé otras y las más, simplemente se gastaron en poco tiempo. Un desastre, no solo por el chorreo de dinero, si no también por las decepciones sufridas. Se hizo habitual esperar más de un mes a que llegara un pedido de China o EEUU (que pensaba resolvería el problema) volver de Correos con mi flamante paquete, para a continuación, romper sin querer, todas y cada una de las fresas que había comprado. Como sería la cosa, que hasta Ana no me hizo ningún reproche a pesar del considerable aumento de nuestra plantilla excel de gastos.
Las fresas que quedaron después de la criba. |
Una vez terminada la primera parte de la talla, para alisar las superficies, pasamos a las fresas de diamante. Son económicas, fáciles de encontrar, y de todos los tamaños y formas. A diferencia de las de tungsteno, trabajan a velocidades bajas y siempre hay una cosa a tener en cuenta, se desgastan muy rápido. Por eso hay que usarlas solo para afinar los detalles, nunca para desbastar el hueso.
Resumiendo, cada una de ellas tiene un uso determinado, hay que parar y cambiar de fresa constantemente, cada vez que sea necesario. Si no se hace así, la vida útil, de cada una, se reducirá sensiblemente.
Y aquí estoy, ya he conseguido todo el material que necesita un escultor de huesos, pero en vez de sentirme pletórico, lo que tengo, es la sensación de que los costes son excesivos y va a ser muy difícil llegar a cubrir gastos. Los huesos, las fresas, el trabajo... Y para quitarme el mal sabor de boca, decido preparar una "Carne en Pastelón", se trata de freír un gran filete empanado de tres dedos (unos 5 cm) de grosor, que después de quitar el aceite se rehoga en una generosa cantidad de vino blanco y que normalmente se sirve con patatas panadera. Este plato es delicioso si está hecho con una buena carne, y la mejor ternera gallega que conozco se puede comprar en la carnicería de Pío y Julia, al pie del Monasterio de Samos, a 20 minutos de Louzara. Y mientras cortan la carne les cuento mi proyecto, cosa que les parece muy curiosa, y sin más, deciden apoyarlo en lo que buenamente puedan, que no es otra cosa que surtirme de todo el hueso que necesite sin pedirme nada a cambio. Después del sobresalto inicial, de vuelta a la casa, caigo en la cuenta que con esa ayuda, no solo recibo el impulso que necesitaba, sino que además, han transformado la materia prima de mi trabajo en algo muy especial, algo más profundo y primordial, algo que hunde sus raíces en la misma columna vertebral de Galicia... Ahora trabajo con los huesos del Camino de Santiago.
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